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La historia Pokémon GO jamás contada

hace 2 años | Francisco Garau Rigo

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  • Si España fuese Kanto, Ash Ketchum sería sevillano, en Pamplona estaría la mejor tienda de bicis del país, el estadio Santiago Bernabéu sería un Gimnasio Pokémon y el océano Atlántico estaría infestado de TentacoolesPokémon GO desató la locura en todo el mundo incluso antes de ser lanzado, desde el pueblo más apartado hasta la mayor de la ciudades como Nueva York. Prácticamente ya no queda smartphone sin la aplicación de la realidad aumentada. Por ello, hemos querido rendirle un pequeño homenaje recreando la historia del juego en nuestro país. ¿Cómo sería España si fuese una región del mundo Pokémon?



    El juego Pokémon nacería en Sevilla


    Si España fuese Kanto, después de haber dado respuesta a las astutas preguntas de nuestro queridísimo “Profesor Roble” –Oak, para quienes no tengan la suficiente confianza-; despertaríamos más confusos que Matt Damon en la primera entrega de la saga Bourne en una casa del centro de Sevilla. Nuestra madre, lejos de preocuparse por nuestra siesta de más de 10 años, aceptaría gratamente nuestra intención de abandonar el hogar. Eso sí, no podríamos ni salir del barrio sin antes haber visitado el laboratorio del profesor que nos interrogó al principio de todo. Pongamos que estuviese en el Real Alcázar sevillano, donde nos enfrentaríamos a una de las disyuntivas más complicadas de nuestra joven vida Pokémon: elegir a nuestro fiel acompañante para el resto de la historia.


    Y tú, ¿de qué Pokémon eres?


    Normalmente el elegido sería Charmander, pero todos necesitamos a alguien capaz de tranquilizarnos, función que Squirtle llevaría a cabo con total maestría gracias a su “vamo a calmarno”. A Bulbasaur solo lo cogerían los de Greenpeace y algún otro que pudiese equivocarse.


    En la ruta 1 de Sevilla a Salamanca, encontraríamos nuestro primer Pokémon salvaje, que con total seguridad sería un Rattata. El primero de muchos, tendrías que acostumbrarte a ello. Ya en la ciudad salmantina habría que dirigirse a la PokéShop de la Plaza Mayor para recibir un correo -físico, no empecemos con las trampas- para el profesor Oak. Un iphone en forma de Pokédex sería la recompensa al regresar a Sevilla para entregárselo, además de la valiosa confianza del profesor.


    En Salamanca esperaría el primer Gimnasio Pokémon, aunque en ese momento el líder estaría ausente -con total seguridad pasando unos cuantos días en una casa vacacional a las afueras de la ciudad-. Así, habría que meterse el Bosque Verde del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa para llegar a la siguiente parada en Oviedo.



    En la capital asturiana daríamos con el primer Gimnasio operativo, posiblemente ubicado en el estadio Nuevo Carlos Tartiere y dirigido por Brock, un joven ovetense -de padres canadienses- armado con Pokémones de tipo roca. El primer test importante.


    Un mundo de naturaleza Pokémon


    Si España fuese Kanto, próximamente habría que meterse en el Monte Moon. Las cuevas españolas no se corresponden con ninguna ruta, pero el terreno sinuoso y mágico de los Picos de Europa sería el camino que nos llevaría a la ciudad de los San Fermines. Durante el recorrido te encontrarías -hasta la saciedad- con otra especie que en el futuro aborrecerías, llamada Zubat. Además, conoceríamos a un par de personajes que iríamos viendo de manera habitual, el Team Rocket, una temida plataforma integrada por canis y un gato parlanchín.


    Después de haber combatido contra un importante batallón de murciélagos cansinos y una pareja de canis, llegarías a la próxima parada. En Pamplona, la entrenadora Garbiñe, jugadora profesional de waterpolo y socorrista en sus ratos libres, aguardaría nuestra aparición en su Gimansio que, aunque se parezca más a una piscina, posiblemente se encontrase cerca o dentro de la Plaza de Toros de Pamplona. También podríamos conseguir la mejor bici del mercado, en una tienda de Orbea.


    Entonces habría que dirigirse hacia el sur para encontrar el tercer Gimnasio en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, aunque ante la ausencia del túnel subterráneo, la coherencia invita a adaptar el recorrido por los Pirineos, lugar en el que deberíamos estrenar la habilidad de “destello” para poder abrirnos paso en dirección a Barcelona.


    Tu primer Pokémon legendario, en Gerona


    Pokemon GO España


    Si España fuese Kanto, antes de adentrarnos en la espectral Ciudad Condal, habría que detenerse obligatoriamente en Gerona, donde en el Monasterio de Sant Pere de Rodes -seguramente- tendríamos la oportunidad de hacernos con un Pokémon único: Zapdos. Habiendo derrotado antes a toda una legión de Voltorbs, eso sí.


    El Centro Pokémon regional sería la Sagrada Familia


    Si España fuese Kanto, entonces estaríamos preparados para entrar en la siniestra ciudad de Barcelona y derrotar a todos los entrenadores de la Torre Fantasma, que estarían repartidos a lo largo del Parc Güell. A falta de Gimnasio, los exorcistas subcontratados por Cuarto Milenio serían entretenimiento suficiente para nuestra estancia en la ciudad. La Sagrada Familia barcelonesa sería, casi sin margen de error, el Centro Pokémon más emblemático y acogedor de toda la región.



    Este paréntesis nos permitiría ir por la costa hasta Valencia, hinchándonos a capturar Pokémones de agua y conseguir aquella medalla que tuvimos que aplazar, la de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Además, durante el camino podríamos conseguir otro Pokémon único, el mítico Snorlax, que estaría durmiendo en el Oceanogràfic valenciano. Eso sí, tendríamos que haber comprado antes una Pokéflauta en Cataluña, que las madrileñas están muy caras. Conseguiríamos la tercera medalla, habiendo batido a un antiguo teniente del ejército llamado Aarón -un tipo duro tras una infancia difícil- y rumbo a Zaragoza, con las reservas recargadas tras nuestro paso por el Mercadona.


    Reinventando la Guía Pokémon


    En teoría debería ser el último destino peninsular, pero nuestras piernas -o el depósito del coche- agradecería que no fuese así. Zaragoza sería la capital de nuestro mundo Pokémon y en ella podríamos conseguir el cuarto emblema. Antes, habría que batir a todo el escuadrón del Equipo Rocket en la mayor torre tecnológica de la ciudad, en la despampanante Basílica del Pilar. Una vez reestablecido el orden podríamos dirigirnos al Palacio de la Aljafería, lugar de residencia de una psicóloga desquiciada conocida como Malena. Habríamos dado un paso más en nuestra carrera como entrenadores y dirigirnos ya a tierras madrileñas.


    Antes de luchar por la próxima medalla en el estadio Santiago Bernabéu podríamos visitar la PokéShop más grande del país en la Puerta del Sol y comprar unas fichas en el único casino de España, probablemente ubicado en algún punto de la Gran Vía. Tras salir victorioso del duelo contra Encarnación -Encarni para los amigos-, la ecologista sin fronteras, en el coliseo blanco y ya con la medalla en nuestro poder podríamos seguir disfrutando como turistas en Madrid.


    Con la aparente seguridad de estar protegidos por la Policía Nacional con la agente Mara a la cabeza, siempre custodiada por sus fieles Squirtle y Growlithe. Solo aparentemente, eso sí. Porque aún quedaría otra vista al principal punto de juego madrileño, aunque en esta ocasión no sería para echar una partida a la ruleta. El Casino de la Gran Vía habría sido tomado por el malvado Team Rocketmás pesados que el plato de cocido madrileño del mediodía, y habría que velar nuevamente por la seguridad estatal, actuando por enésima vez como brazo ejecutor de la ley.


    Un Safari Pokémon por descubrir


    Si España fuese Kanto, de Madrid a Málaga podríamos exprimir las cubiertas de nuestra súper moderna bicicleta Orbea -o coche- por el carril bici más famoso del país. Habría que parar, inevitablemente en los diversos puntos de peaje a lo largo del carril para combatir contra los motoristas y ornitólogos camuflados tras sus cristaleras. Así, hasta llegar a la ciudad del Safari Pokémon, un mundo desconocido, en Sierra Nevada. Primero habría que vestirse de excursionista y descubrir su fauna única. Entonces podríamos regresar a la ciudad para derrotar a Joaquín, un ninja de artes oscuras, y conseguir la sexta medalla en la Alcazaba de Málaga.



    El océano Atlántico nos separaría de la penúltima medalla y habría que surfear hasta la siguiente parada, que estaría en el volcán de Tenerife, en el Teide. Así, habría que coger una buena tabla de surf -o un barco, en su defecto- para llegar a las Islas Espuma del archipiélago canario. Durante el trayecto habría que familiarizarse con una medusa también muy insistente, de la especie Tentacool. A ojo de buen cubero, habría que enfrentarse a tres o cuatro centenares de ellas antes de llegar al penúltimo gimnasio.


    Nuevo Pokémon legendario en Lanzarote


    Si España fuese Kanto, antes de cegarnos por llegar al Gimnasio de Ciudad Volcán, habría que tener en cuenta la oportunidad cazar a un nuevo Pokémon legendario, a Articuno, el pájaro de hielo. Parada obligada en este punto intermedio en Lanzarote para poder dirigirnos ya a Tenerife y conseguir el séptimo emblema en el Parque Natural del Teide, que estaba en posesión de un científico loco -por su constante exposición al volcán y sus sustancias tóxicas- llamado Ruyman.


    Con el deber cumplido podríamos regresar a la península, al puerto de Cádiz para tomar tierra y viajar de nuevo hacia nuestra ciudad natal, Sevilla. Solo sería un breve paso para saludar a mamá y a nuestro queridísimo profesor Roble, pues el objetivo estaría en Salamanca. Andrea, el mafioso líder de su Gimnasio en la Catedral Nueva, ya habría regresado de sus sospechosamente financiadas vacaciones en Benidorm y podríamos hacernos con la última medalla y la posibilidad de combatir con los mejores de Santiago de Compostela.


    Convertirse en una leyenda Pokémon


    Si España fuese Kanto viajaríamos, entonces, pegados a Portugal para cruzar por la Sierra del Courel gallega, hábitat del último de los Pokémones legendarios: Moltres.  Al ser de fuego y habitar un clima tan húmedo como el gallego lo más probable es que estuviese escondido en alguna cueva y solo apareciese en el exterior algunos días de verano. Para llegar a él habría que abrirse paso por una colección de montañistas.


    ¡Ya estaríamos en el Alto Mando! Habríamos podido que entrenar a nuestro ejército Pokémon a nuestro paso por la Calle Victoria gallega y ya todo sería cuestión de paciencia para batir a los mejores entrenadores del mundo. Ni que decir tiene que los maestros Pokémon estarían en un símbolo como la Catedral de Santiago de Compostela, explicando así el auténtico motivo de perenigración. Previamente deberíamos cargar nuestra mochila de sustancias dopantes como “revivires” o “híper pociones” para lograr la hazaña.¡Nuestro nombre quedaría grabado en el Hall Of Fame para el resto de la historia!


    Finalmente podrías ir a por el más grande de todos, la leyenda viva de Mewtwo en lo más alto del Parque Natural Aralar. Sí, un Pokémon tan duro y poderoso como este solo podía ser vasco. Pero eso, claro está, solo sería si España fuese una región del mundo Pokémon como Kanto…



    ¿Cuáles serían tus seis soldados elegidos para pasar a la historia?



    ¿Por qué no una Ruta Pokémon en España?


    Sí, suena extremadamente freaky pero ¿por qué no? Al fin y al cabo cazar Pokémones es solo una excusa de tantas para viajar y podríamos ser como aquel marinero que tiene un amor en cada puerto, únicamente cambiando -o combinando- amor por apartamento. Este juego invita a moverse, a aniquilar esa barriguita cervecera que tanto tiempo lleva ahí y a relacionarte con la gente.  ¿Cómo no vas a poder encontrar en Salamanca a ese encantador Jigglypuff que te acurruque cada noche con su canto? Tal vez en Zaragoza. Al menos a llevarte una bonita amistad y vivir una experiencia inolvidable, mitad real, mitad digital. Un nuevo fenómeno llamado el Pokéturismo.



    Los viajes nunca serán lo mismo. Seguro que ya tienes una foto de la Sagrada Familia o de la Plaza de Cibeles ahora ¿tienes una foto en la Sagrada Familia con un Koffing lavitando sobre tu cabeza? Eso es ya menos probable y podría ser motivo de muchas risas en el futuro. Un recuerdo único. Eso sí, tampoco hace falta interrumpir un funeral ni allanar una morada ajena para hacerse con un Pokémon. Tomémoslo con filosofía: si ese Pokémon, con el que tanto hemos soñado, apareció en ese momento; tal vez es que simplemente no era nuestro Pokémon.


    España es solo una región del mundo Pokémon –WikiDex-, millones de criaturas esperan a ser capturadas por un entrenador Pokémon a lo largo y ancho del planeta. En cualquier punto de la tierra en el que busques, sea en la región española o en cualquier otra parte del globo, en Hundredrooms siempre encontrarás un apartamento cerca de los puntos de interés más importantes del mundo. Quién sabe, igual puedes dar con un Pokémon legendario en un de ellos.



    ¡Hazte con los Hundred and fifty con Hundredrooms!



    Francisco Garau Rigo

    Periodista apasionado por el mundo digital. También por el real. Amante del deporte, de la buena música y del buen cine. Un lema: "El éxito no viene de hacer cosas extraordinarias, sino de hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien".