Quizás nunca hayas pensado que una gigantesca fábrica de hormigón pueda ser un hogar. Pero el arquitecto Ricardo Bofill ha demostrado que es posible vivir y trabajar en una. Y no solo eso. El proyecto de la fábrica de Bofill nos enseña como un espacio grotesco puede convertirse en un lugar maravilloso y lleno de misterio. Desde luego dormir en un espacio así sería todo un privilegio. ¿Quieres descubrir este lugar tan singular?

Increíble transformación de una vieja fábrica en un espacio espectacular
Esta fábrica de cemento de tiempos de la Gran Guerra en las afueras de Barcelona estaba abandonada y en un estado totalmente ruinoso cuando el famoso arquitecto Ricardo Bofill dio con ella en 1973.
Con proyectos como La Muralla Roja o el Walden-7 a sus espaldas, estas ruinas supusieron un flechazo para el arquitecto. Su objetivo en cuanto se topó con la fábrica fue convertir este espacio abandonado en algo hermoso. En sus palabras: “Pensé que una cosa horrible podría transformarse en algo muy hermoso, de la misma manera que la idiotez puede, a veces, transformarse en genialidad”.

En un primer momento la parcela tenía 30 silos enormes y más de 4.000 metros de túneles subterráneos. Tras la demolición de un 60% de la fábrica, se consiguió adaptar de una manera brillante un espacio que estaba destinado a funciones meramente industriales a otro que sirviera como hogar.
En la fábrica se construyó el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, así como un archivo, una sala de conferencias y una residencia privada para el arquitecto. ¿Quieres ver cuál fue el resultado de esta transformación?

El espacio se divide en cinco áreas principales:
La Catedral, una antigua nave cementera

Antiguamente una nave para la elaboración de cemento, la Catedral se trata de un espacio multifuncional con techos altos en donde se pueden albergar exhibiciones, reuniones y conferencias.
La residencia, el hogar de Bofill

En la parte superior de la fábrica, en un gigantesco espacio de hormigón, encontramos este lugar transformado en una maravillosa vivienda que Bofill describe como “doméstico, monumental, brutalista y conceptual”.
Además, la fábrica también cuenta con varias viviendas destinadas a hospedar a visitantes.
Los jardines, una belleza única

El exterior de la fábrica está adornado con unos jardines compuestos de eucaliptos, olvios, palmeras y mimosas, que envuelven los muros de hormigón dando al conjunto una apariencia romántica y misteriosa.
El estudio, lugar de trabajo de Bofill

Divididos en cuatro plantas, el estudio de arquitectura está situado en seis de los 10 silos que quedaron en pie tras la demolición. En ellos, podemos encontrar elementos decorativos que hacen referencia a la arquitectura histórica.
¿Qué te parece esta transformación?
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