Baška La zona de Baška, en el sureste de la isla, es particular por algunas de sus curiosidades. Al subir desde el valle de Punat, y a una altura de unos 330 m, pasamos por las colinas de Treskavac, rodeadas por la colina más alta de la isla (Obzova, de unos 570 m) y de repente nos encontramos ante el valle rodeado de colinas de Baška, donde nos quedamos sorprendidos, casi sin aliento. Esto se debe a que no estamos preparados para este tipo de juego de la naturaleza, el vínculo entre las montañas y el mar. El certificado de nacimiento croata: la lápida de Baška se encontró aquí en 1100. Baška también es reconocible por tener una de las playas de guijarros más grandes y hermosas del Adriático, que está en semicírculo y tiene más de 1800 metros de largo. La arena naturalmente fina proporciona, sobre todo a los niños y a los no nadadores, placer en la playa, ya que el nivel del mar aumenta gradualmente. Al igual que otros pueblos de la isla de Krk, también el casco antiguo de este pueblo conserva las callejuelas estrechas y las casas colocadas una cerca de la otra, de modo que el ambiente es típicamente mediterráneo. Además de por su hermosa playa, Baška también es interesante por su arquitectura característica, sus numerosos monumentos culturales e históricos y los senderos turísticos que la rodean. Baška también es conocida por sus instalaciones de alojamiento de alta calidad, desde hoteles y campings hasta alojamientos privados. Los orígenes del turismo se remontan a principios del siglo XX, cuando en 1904 se fundó la "Sociedad para el Embellecimiento de la Ciudad". Dos años más tarde se abrió el primer hotel y en 1908 se acondicionó la playa con su edificio de playa. Sus primeros huéspedes fueron checos que aún hoy siguen siendo fieles. Estos huéspedes llegaron gracias al director de la "Política Nacional" de Praga, Emil Geistlich, que era un gran amigo del pueblo y difundió la belleza de esta zona. Los habitantes de Baška le rindieron homenaje erigiendo un monumento cerca de la playa.